Cuando llegan las fiestas, muchos entran en modo feriados, vacaciones, celebración, regalos y felicidad, pero otros, empiezan a preocuparse porque las fiestas muchas veces significan una dura realidad: kilos extra.
Y es que la matemática es así de cruel: si comes mucho y te mueves poco, engordas. Y en las fiestas cambiar nuestro chip cerebral a modo "HOLIDAYS" es inevitable. Estamos visitando o recibiendo de visita hasta a la tía entrometida que siempre te cuestiona por tu peso, tu noviazgo, tu casamiento o tu futuro hijo, compartimos un panettone o budín ingles con los compañeros del trabajo, en casa día de por medio ya se asaltan los turrones de la canasta navideña, surgen cenas de fin de año hasta por debajo de las piedras con los monjes del Tíbet.
Es en este momento cuando nos invade la tristeza y nos dividimos entre disfrutar o no, es decir, disfrutamos pero luego andamos arrepentidos, y la verdad es que no tiene por qué ser así, puedes disfrutar de un diciembre sin tanto rollo (físico y mental) y sin volverte loco con la comida.
Ya que la Navidad es una de mis celebraciones favoritas y quiero que la mayoría disfrute, les traigo algunos tips para que no tengan que recurrir a un "plan 30 días" en su tereré o mate cada día:
- No vayas a la “cena de navidad” más hambriento que Tom Hanks en “El Náufrago”: Hacé tus comidas completas y sanas, y no olvides tus meriendas. Si aplicas esa de no comer durante el día, NO VA A FUNCIONAR. Si vas con algo en “la barriguita” podés saltarte los aperitivos y disfrutar más la comida principal. Barriguita llena, corazón contento.
- Optar por un plato saludable: Si es una reunión en la que hay varios aperitivos, en las redes y en internet podés encontrar muchas recetas para compartir que no estén cargadas de manteca y azúcar como para matar a un diabetico. En vez de las bebidas con gas podés optar por jugos naturales, al clericó no le hace falta tanta azúcar, no se debe exagerar con el queso o mucho menos la grasa animal en la sopa y el chipa guazú. No sólo en la grasa saturada está la diversión.
- Llegá con el “espíritu de Navidad”: No es que tenés que esperar a los tres fantasmas de la Navidad de Ebenezer Scrooge, ni llegar a la fiesta oliendo a flor de coco, hablo del ánimo que de verdad se debe recalcar en esta época: compartir, disfrutar y dar alegría. Reíte más, abraza más y amá más. Navidad no es solo comer y beber, recordáte de eso.
- Ponéte tu límite de alcohol. Fijate un número y quedate con eso. Recordá que los traguitos son calorías vacías que irán directo a tus cauchitos, queréle un poquito a tu hígado. Y no decimos “no bebas” pero tampoco debes beberte hasta el agua de los floreros. Además, al día siguiente te sentirás como un campeón cuando veas que cumpliste tu meta.
Si vas con la actitud correcta, vas a disfrutar igual sin tener que sufrir indigestión o sin que te mate el arrepentimiento. Disfrutá pero, ¡siempre pensando en lo mejor para tu cuerpo, tu mente y lo mejor para tu salud!